La Navidad.

Ha llegado, otro año más. Supongo que lo que toca es desear todo lo mejor, que seamos felices y toda esa retahíla que solemos recitar una vez llega la Navidad.
Desde pequeña la he celebrado como tocaba, cena, regalos, villancicos, y reuniones familiares, cuando fui más mayor, opté por irme de viaje y disfrutarlas como simples vacaciones.
Este año voy a reflexionar sobre lo que se da por sentado y supongo que a muchos les toca un poco las narices pero no se atreven a cambiar.
A mi no es que me disgusten simplemente las ignoro. Cuando creces con ciertas tradiciones te ves arrastrada por ellas sin pararte a pensar porque sigues haciendo lo mismo año tras año, primero piensas son bonitas, luego son tradicionales o rituales, en otras ocasiones por costumbre, y lo que menos piensas es que te dan igual, pues con esa me quedo yo. Mi espiritualidad es para todo el año.
Algo que detesto es que por cojones tenemos que ser felices, estar en familia, comer, comer y comer hasta reventar, también comprar, comprar y seguir comprando hasta que la cuenta se quede tiritando, es lo que toca es navidad. Nos pasamos el año protestando, quejándonos, maldiciendo y obviando pero ahora todos somos buenos, amorosos y llenos de buenas intenciones.
A los niños que nos importan un carajo ahora compramos el Boli de la solidaridad para que tengan un juguete, a todos los carentes de recursos ahora parece que si nos preocupan, al vecino que ni siquiera sabemos quien es ahora le felicitamos, al compañero que nos cae como una patada en los cojones ahora nos vamos a cenar, con cualquier familiar que nos importa una mierda ahora cenamos, regalamos y así podemos continuar.
Acabaré la entrada con el mensaje que realmente me importa, dejemos de ser unos hipócritas, si somos creyentes y creemos que en estas fechas tenemos que celebrar el nacimiento de Dios bienvenido sea, hagámoslo desde la modestia, la austeridad y la entrega. Pero si solamente celebramos estas fechas porque es lo que toca no seamos unos falsos y aparentemos lo que no sentimos. Y si es el caso de que nos gustan por el colorido, por ser un momento como cualquier otro para comprar y comer pues adelante hagámoslo pero siendo conscientes de nuestra banalidad y sobre todo de nuestra superficialidad. Que aflicción para todos aquellos que en estos momentos están solos, angustiados, sin recursos, enfermos y muy necesitados de amor, encontrarse por cada rincón la obligatoriedad de sentir lo que no sienten porque sea Navidad.
Porque no intentamos trasladar los sentimientos nobles a todo el año, repartir el gasto desmesurado de dinero a todo el año en obras más loables, porque no olvidarnos de las comilonas y nuestro cuerpo lo agradecerá. Ser sinceros, demostrar amor durante todo el año. Perdonarnos y perdonar los errores para así enmendar nuestras equivocaciones, avanzar en nuestro conocimiento y sobre todo aprender a ser consecuentes con lo que realmente sentimos.

Deseo que nuestros espíritus encuentren la serenidad e iluminación.