Hablar de la muerte.

De todas las huellas del bosque, la del elefante es la más grande. De todas las contemplaciones, la contemplación de la muerte y la temporalidad son las que tienen mayor impacto. Buda en el Udanavarga.

Hablar de la muerte es crear incomodidad, es algo de lo que huimos y evitamos cambiando de tema. El otro día veía yo un documental donde se hacían eco de la visión de la muerte en diferentes culturas, la oriental la que tenía una manera de verla más espiritual y más cercana a mi entender, y nosotros los occidentales la hemos ido alejando para hacerla aséptica, ajena y sobre todo algo que no nos atañe. Pero cual fue mi sorpresa al llegar a Corea del Sur, un país oriental pero que está haciendo suyos valores occidentales para su desgracia porque eso hace que tengan estadísticamente hablando treinta y tres suicidios ¡DIARIOS¡una barbaridad me pareció y todo por la forma de vida que han adoptado de competitividad, de consumo y excesos. Los empresarios han buscado la solución ideal, pagar seminarios a sus empleados donde viven su funeral, incluyendo panegírico, foto, incluso les encierran dentro del ataúd durante diez minutos para reflexionar de su vida, el milagro se hace, vuelven a lo cotidiano renovados. ¡Impresionante¡ ( si realmente funciona, no se sabe, no se hacia un seguimiento).
Todo esto hizo que meditara sobre la muerte, no solo la mía sino la de mis seres queridos, todo ese maremágnum de emociones iban y venían produciendo un dolor tremendo. Según mis creencias la muerte no es el fin, si para el cuerpo pero no para el espíritu que continuará su camino para evolucionar y alcanzar lo que los budistas llaman nirvana. Cada religión es diferente en como denomina o trata a la muerte. Como nos venden la muerte aquí no me gusta, algo impersonal, un negocio muy lucrativo, sin dejarnos sentir, nos exigen que pasemos enseguida a otra cosa y el duelo lo tenemos que hacer en un tanatorio rodeados de gente que no toda esta implicada, de una manera aséptica y con escaparate incluido.
La muerte nos enfrenta al apego, al miedo de la perdida. Tenemos que aprender el desapego, aprender a soltar, a dejar ir aunque eso nos duela.
Algo que no vemos no significa que no existe, pues algo parecido es la muerte de nuestros seres queridos, desaparecen físicamente pero siempre nos acompañan y están presentes en nuestro corazón, hay que hacer un verdadero esfuerzo de generosidad para entender esto, aunque el duelo hay que hacerlo y sentirlo, vivirlo hasta que duela el último pelo, luego seguimos y esa persona nunca desaparecerá definitivamente vivirá eternamente en nosotros a través de nuestros pensamientos, recuerdos. Quizás nos enfrenta a nuestra propia muerte.
Creo que estamos en un momento en el que nos enfrentamos a la muerte aunque sea simbolicamente hablando, la muerte de lo que conocemos, es el momento de soltar, y desprendernos de todo aquello que nos lastra para evolucionar, para crecer como seres más conscientes.
Celebremos el duelo, lloremos y seamos capaces de emprender el nuevo camino.