jueves, 28 de abril de 2011

La estatua.


Cierta vez, entre las colinas, vivía un hombre poseedor de una estatua cincelada por un anciano maestro. Descansaba contra la puerta de cara al suelo. Y él nunca le prestaba atención.
Un día pasó frente a su casa un hombre de la ciudad, un hombre de ciencia. Y advirtiendo la estatua, preguntó al dueño si la vendería.

Riéndose, el dueño respondió: “¿Y quién desearía comprar esa horrible y sucia estatua?"

El hombre de la ciudad dijo: “Te daré esta pieza de plata por ella”. El otro quedó atónito, pero agradado.

La estatua fue trasladada a la ciudad al lomo de un elefante. Y, luego de varias lunas el hombre de las colinas visitó la ciudad y, mientras caminaba por las calles, vio una multitud ante un negocio y a un hombre que a voz en cuello gritaba: “Acercaos y contemplad la más maravillosa estatua del mundo entero. Solamente dos piezas de plata para admirar la más extraordinaria obra maestra”.

Al instante, el hombre de las colinas pagó dos piezas de plata y entró en el negocio para ver la estatua que él mismo había vendido por una sola pieza de ese mismo metal.

Kahlil Gibrán.

8 comentarios:

  1. el negocio y las oportunidades son de los listos
    moraleja nejor ahorrate los dos eurillos que ver algo que ya has visto antes un besazo AC amiga

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  2. Porque siempre habrá tontos, o crédulos que piensan que otros saben más de algo.
    Un besazo amigo.

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  3. no vemos a un palmo de nuestras narices, con las anteojeras que nos hemos impuesto, necesitamos a alguien que nos gire la cabeza para ver lo que tan cerca tenemos.

    Muy bueno Ac, gracias.

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  4. Y a veces Jinquer ni así, mi abuela siempre me decía, que nadie escarmienta en cabeza ajena. Yo pienso que estamos llegando a un punto que hay personas que ni matándolas se enteran, tenemos un nivel de tontuna sorprendente.
    Un besazo.

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  5. Bueno por lo menos la entrada le costó la mitad que a los demás je.
    Saludos amiga.

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  6. Hola Berto, me has hecho sonreir, todo tiene su lado bueno.
    Un abrazo muy fuerte amigo.

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  7. Y es que siempre suspiramos por visiones de belleza, a veces soñamos con mundos desconocidos y no sabemos reconocer y apreciar la belleza del nuestro.

    La belleza, como la sabiduría, ama al adorador solitario.

    Oscar Wilde (

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  8. Bueno Navegante de eso se trata el camino del autoconocimiento, aprender a valorar lo bello de lo pequeño, el aquí y el ahora, y soñar es volar.
    Creo que Wilde sabía porque opinaba así, así lo refleja su vida, bueno el final de su vida, y en la soledad encuentras respuestas y percibes cosas que el alboroto de la compañia no alcanzarías.
    Un abrazo.

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