Cuantas veces nos hemos tenido que comer nuestras palabras, cuantas veces hemos hablado antes de tiempo, cuantas veces hemos dicho cosas de las que nos hemos arrepentido, cuantas veces no hemos encontrado las palabras justas para el consuelo de alguien, o las necesarias para frenar el propósito indeseable de otros muchos, supongo que infinidad, pero cuantas otras hemos pronunciado palabras que se envolvían con amor, otras que alababan, y otras muchas que alegraban el corazón. El lenguaje nos ayuda y en otras muchas nos limita.
La historia del lenguaje no está muy clara y como surgieron las palabras, se piensa que los sonidos fueron evolucionando a lo que hoy conocemos como palabras, las cuales no en todos los sitios significan lo mismo, cada una tiene su procedencia de ahí la etimología, muy interesante para conocer su evolución y significado a lo largo de la historia.
Pero lo que aquí me ocupa es contaros como las palabras a veces se dicen sin significado, son pura repetición, sin ningún sentimiento o interés. Las pronunciamos como forma convencional de comportarnos socialmente o simplemente porque es lo que esperan que digamos, lo que denominamos políticamente correcto, vamos basura que deberíamos tirar, para airear lo más recóndito de nuestra mente, para dar cabida a algo nuevo, palabras que den sentido a nuestros pensamientos, que puedan expresar sin herir, palabras que gritemos condenando todos esos actos que hieren un mundo agónico.
En mi entrada anterior hablaba del silencio pero tan importante es callar como saber hablar. Según pasa el tiempo soy más consciente que no siempre se puede poner palabras a todo, y que tampoco es necesario. Pero si es necesario decir, denunciar una realidad que teñida u ocultada nos daña y nos hace borregos en manos de unos tiranos.
Muchos malentendidos (me refiero a personas que no nos importan o son insustanciales en nuestra vida), opiniones contrarias, incluso falsos rumores, tienen que tener por contestación el silencio, entrar a convencer al otro de su equivocación es alimentar situaciones absurdas, donde cada uno se posiciona y no se apea de su razón, por lo tanto tiempo perdido y situación más embrollada. Otra cosa puede ser esas reuniones de amigos, o esas conversaciones bis a bis, donde intercambiamos opiniones, aprendizajes, dudas, experiencias y un sinfín de cosas donde las palabras nos ayudan y estimulan. Aunque no compartamos el punto de vista, dando nuestro enfoque y opinión, las palabras brotarían del respeto, sin gritos o insultos (aunque a veces que a gusto te quedas cuando los dices, nos tomaremos esta satisfacción en ocasiones, sin abusar).
En muchas ocasiones observo que cuanto más quieres a una persona peores palabras usas, lo cual no comparto, menos entiendo y hasta me enfada, a veces escuchas a madres gritar o insultar a sus hijos y luego el primer cenutrio con el que se cruzan que le hace alguna barrabasada, van y se callan, me toca las narices.
Intentemos pensar antes de hablar, intentemos elegir bien las palabras con las que vayamos a decir algo, intentemos usar las mejores palabras para nuestros seres queridos, intentemos entender lo que escuchamos, reflexionemos antes de emitir juicios de valor u opiniones. Aprendamos el lenguaje no verbal, porque nos da mas información como se dice que lo que se dice.
En definitiva usemos ese rico vocabulario de palabras que igual que pueden ser dardos que hieren, pueden ser música para nuestra alma, bálsamo para las heridas y reconfortarnos en momentos de tristeza , estimular esa risa que se contagia y sobre todo acercarnos más a las personas que nos importan.
Hola amiga. La vieja serpiente de la que hablan algunos mitos, se encuentra enrollada en nuestro interior y podemos observarla justo al abrir la boca, pues la lengua es su cascabel.
ResponderEliminarPensar antes de hablar, reflexionar antes de emitir juicio. Ese es el sistema, pero difícil se hace pensar y reflexionar cuando las emociones entran en juego. Por eso hay que pensar y reflexionar antes de tener alguien delante con quien hablar.
Un abrazo amiga.
A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada porque una palabra bien elegida puede economizar no sólo cien palabras sino cien pensamientos.
ResponderEliminarun abrazo
Hola Berto, cuando he leído tu entrada me he sonreido pensando en la serpierte, muy acertado, y he visualizado a personas que conozco que cuando hablan, si fueran serpientes se envenenarían, el tema que lo hacen a otras, en fin la rueda que siempre gira, el eterno problema de la comunicación primero hablo y luego pido disculpas, pues al revés, primero piensa y luego habla.
ResponderEliminarUn muy fuerte abrazo amigo.
Buena reflexión navegante, una de las cosas que más tiempo tarde en aprender es a saber callar, porque mi caracter impulsivo tuve que apaciguarlo, eso es algo que se obtiene con la experiencia y reflexión, pues aqui estoy he pasado de la dieta de las palabras al disfrute de ellas, aunque tengo que confesar en bajito que a veces todavía me puede mi pasión, que tampoco es malo, mientras no dañes gratuitamente.
ResponderEliminarUn abrazo.
sin embargo los comentarios suelen escribirse al hilo del pensamiento, no en un borrador.
ResponderEliminarhay un cuento hindú que lo explica bien, pero es muy largo, así que prefiero aquella frase del quijote que dice algo así como que el primer movimiento no está en las manos de los hombres.
Quizá en Alonso quijano no sea m´s que una justificación por los palos dados a Sancho tras su burla en la aventura de los batanes.
b7s
Jinquer, pero según lees vas hilando ese pensamiento y cuando lo escribes lo pespunteas.
ResponderEliminarNo existe especie que se justifique con más habilidad que la humana, esa es la tendencia primero damos y luego nos disculpamos.
¡pensar, esa es la diferencia¡
Un fuerte abrazo.
Sí, las palabras son una excelente herramienta para comunicarnos, para expresar ideas y sentimientos, para compartir, para intercambiar puntos de vista, distendernos, para elaborar lo que uno siente y es que está tan asumida la capacidad del habla que se usa para todo, bueno y malo. Pero así es la realidad, quien no ve la necesidad de algo, no toma las posibilidades que lo acerquen hasta aquello, es decir quien concibe la necesidad de ejercer un cambio en sus actitudes puede buscarlo, pero para quien no, eso es imposible. Si no se advierte un problema, mucho menos su posible solución.
ResponderEliminarSaludos, un gran abrazo.
Hi gracias por tu buena onda,
ResponderEliminarbueno coincido con el tema y acotando diría un prevervio chino calculo..."Uno es dueño de su silencio,y esclavo de sus palabras".
Personalmente creo que se cdo quedarme callada la mayoría de las veces que son pocas ja,pero prefería sabiduría para saber expresarme bien o sea hablar diciendo las palabras adecuadas,pq a veces improvisando me cuesta hasta expresar simples ideas q yo si entiendo,pero calculo que no del todo los demás.
Que tengas una excelente semana!,cuidate.un abrazo!.
Esa es la cuestión Gabriel usar bien las herramientas, y sobre todo aceptar que tenemos un problema, pero eso es lo dificil,porque la vanidad nos lleva a pensar que eso no nos pasa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Has pensado alguna ves Desvariadairracional que eso puede suceder cuando la mente va más deprisa que la boca, la solución es simple, parar, pensar y luego hablar. El proverbio me gusta mucho y el cual uso, porque llegar a ponerlo en práctica es cuestión de ensayar.
ResponderEliminarUn abrazo.
la mente va por un lado el corazon por otro y nuestra lengua siempre va la primera amiga
ResponderEliminarcuantas veces habre dicho yo no digo nada y al finaltermino siendo el que mas larga ....si es que no tenemos remedio
un beso muy fuerte
pd ; haber si me libero un poco que tenemos una cita pendiente no se me olvida
¿Eso crees que no tenemos remedio?, a lo mejor sí, hoy toca ser positivos.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte, y cuando quieras ya sabes aqui estoy.