sábado, 25 de agosto de 2012

UTOPIA ¿QUIZÁS NO?.

Estoy caminando paso a paso a la última etapa de mi vida, sin victimismos, sin pesares, sin sueños rotos y sobre todo con la esperanza de realizar los que me quedan, día a día descubro en mí  ese lado  salvaje, más alejado de las normas y de lo que nos han intentado inculcar a sangre y fuego insistentemente desde que nacemos para finalmente  adiestrarnos.
Sin llegar a ponerme una etiqueta porque las rechazo de pleno, podría definirme como alguien que cada día aprende algo nuevo, que investiga diferentes posibilidades, alternativas, salidas o llegadas. Soy una persona en constante avance que se cuestiona todo y  escucha atentamente lo que otros tienen que decir para tamizarlo y quedarse con lo que le enseña a ser mejor persona. ¿Por qué toda esta explicación?, porque de la persona que más aprendo es de mi hijo, que me ha abierto a libros que de otra manera, a lo mejor yo no hubiera llegado .
Sin analizar, explicar, comentar o simplemente decir os pongo un trozo de un libro que estoy leyendo
"Palabras de un rebelde" de Piotr Kropotkin.

"Hoy el Estado ha llegado a inmiscuirse en todas las manifestaciones de nuestra vida; desde la cuna a la tumba nos tritura con su peso. Unas veces el Estado central, otras el de la provincia, otras el municipio; un poder nos persigue a cada paso, se nos aparece a la vuelta de cada esquina y nos vigila, nos impone, nos esclaviza. Legisla todos nuestros actos y amontona tal cúmulo de leyes que confunde al más listo de los abogados. ¿Para qué sirve esta inmensa máquina que llamamos Estado? ¿Es para impedir la explotación del obrero por el capitalista, del campesino por el rentista? ¿Es para facilitar y asegurar el trabajo, para defendernos contra el usurero, para suministrarnos alimentos cuando la amada esposa no tiene más que agua para calmar el hambre del niño que llora agarrado a su exhausto seno? No, y mil veces no. Todo para el propietario holgazán; todo contra el proletario trabajador; la instrucción burguesa que desde la más tierna edad corrompe la infancia, inculcándole prejuicios de esclavitud; la Iglesia que confunde el cerebro de la mujer; la ley que impide la difusión de ideas de solidaridad e igualdad; el dinero, que sirve a veces para corromper a los que se hacen apóstoles de la solidaridad de los trabajadores; la cárcel y la metralla a discreción para reducir a silencio a quien no se deja corromper. He ahí la misión del Estado.”

El fragmento en cursiva pertenece al libro antes mencionado y la imagen es de google.