¡SOY ASÍ¡

Cuantas veces hemos escuchado esto en las personas de nuestro entorno o en nosotros mismos como justificación de lo que hacemos o decimos. Muchísimas, demasiadas diría yo ¿Pero realmente nos conocemos o sabemos por qué somos así?

No.

Primero nacemos y necesitamos un entorno seguro y ordenado para desarrollarnos adecuadamente, pero sin olvidar todo lo que van depositando de expectativas, deseos, ilusiones, transferencias nuestros padres-familia. Empezamos a crecer y como esponjas todo lo absorbemos, nos buscamos desesperadamente en un entorno que no siempre es el adecuado ni encontramos siempre lo necesario para desarrollar una visión intima de nosotros. Interiorizamos miedos, ausencias, límites, prohibiciones, porque lo que cuenta no es lo que nos dicen sino lo que hacen nuestros educadores-padres, la capacidad de escucha en edades tempranas es muy selectiva pero el ejemplo de los actos ese si deja huella. No quiero cuestionar el amor que sienten nuestro padres por nosotros que en excepciones de personas enfermas y crueles, nos aman y lo hacen por nuestro bien, pero esa no es la cuestión, necesitamos amor, mucho amor pero también herramientas que nos ayuden según vamos creciendo a manejarnos en un mundo donde lo único con lo que contamos es con nosotros mismos, y si esa materia prima no está saneada mal vamos a colaborar como adultos a crear mas materia prima saneada. Así entramos en círculos viciosos que nos hacen repetir una y mil veces los mismos errores y pocos aciertos.

De niños la responsabilidad que se nos exige es mínima, de adolescente se va endureciendo pero sin ser consensuada, y de adulto ahí te quedas mundo amargo apáñatelas como puedas, comienza el ensayo-error y entremedias somos padres y sin ninguna capacidad de reflexión o cuestionamiento repetimos lo aprendido y vuelta a empezar. Pero lo podemos cambiar, conocernos, criticarnos, amarnos, escucharnos y salir de dinámicas autodestructivas con nosotros y nuestro entorno. Lo único que se necesita es paciencia, reflexión, práctica y sin buscar falsos modelos que consiguen equivocarnos y caemos en imitar.

Las zonas seguras nos dan confianza pero es falsa, porque si salimos de ellas nos producen miedo y el miedo nos lleva a paralizarnos y no avanzar.

¿Por qué alguna actitud que repetimos constantemente y nos produce desazón-daño, no paramos a cuestionarla?, porque pensamos que es nuestra identidad, que somos así, grave equivocación, podemos SER lo que queramos, aunque suponga esfuerzo y trabajo, merece la pena.
La finalidad última de nuestra madurez es ser como queremos ser, sin proyectar lo que esperan que seamos o sin hacer lo que se supone que debemos hacer. Cuando nuestro actos salen del corazón, cuando nuestras palabras son meditadas y no escupidas, cuando nuestros hechos nos preceden, es cuando hemos alcanzado eso que llamamos SER, mientras que solamente seamos proyectos de algo que obstaculiza nuestro avance y nos retrocede al infierno del sufrimiento y del apego.

Algunos pensaran, esto como se consigue, pues tendré que decir que con mucho trabajo, cada día que me levanto me enfrento a él como si antes no hubiera aprendido nada, todo lo paso por el colador, digiero lo estrictamente necesario y vacío lo que ya no necesito. Amo mucho a los que me importan, demostrándoles cada día lo importantes que son, ignorando (y esto cuesta mucho si eres vehemente-apasionada) a los dañinos, enfrentándome a lo que me hace sufrir y buscando paz en mi espíritu, en mi interior. Perdonándome los errores, premiando los aciertos y autocriticándo las suposiciones que doy como ciertas, formándome como persona, buscando conocimiento y olvidándome de lo aprendido para volver a aprender. Mirando para ver, escuchando para entender y tocando para sentir. Cuestionándolo todo. Preguntándomelo todo.

Encontrando el silencio y soledad dentro de mí donde crecer hacia fuera. No necesitar aprobación, ni buscar confirmación, asumiendo mi responsabilidad y encontrando el equilibrio entre lo que soy y quiero llegar a ser. No idealizar, ni buscar ídolos, líderes o seguidores, no sentar cátedra, defender mi verdad, entendiendo la verdad de los otros, seleccionando mis amigos, cuando mi principal amigo soy yo. Entendiendo mis miserias, buscando el porqué, y si no lo tienen, simplemente aceptándolas pero no disculpándolas.

Cuando cada individuo-persona encuentre su camino desde dentro hacia fuera, cuando dejemos de comportarnos como masa autodisculpándonos diciendo que es lo que hace todo el mundo, o esto es así y no se puede cambiar, cuando seamos capaces de dar el paso que nos diferencie de lo anterior, ese día habrá comenzando la revolución, la vuelta a la evolución, cuando entendamos que subir nuestro nivel de consciencia no es el buenísimo, la caridad, no es el todo vale, la justificación, el esperar que otro lo haga, el criminalizar lo diferente, sin entender que YO soy diferente, cuando nadie espere que otro haga su trabajo o delegue en que otro tome sus decisiones esperando que se solucionen los problemas por ciencia espontánea.

Ese día estaremos preparados para dar otro paso el de formar grupo.